Documentos

“Si perdemos la lucha ambiental, ninguna otra lucha tendrá sentido”

Carta abierta al Mercurio de Valparaíso (2023-07)

En la edición del 14 de julio de este medio, se comenta la resolución del Comité de Ministros sobre el proyecto de Copec en Las Salinas, indicando que el proceso “no ha contado con el apoyo de algunas organizaciones y vecinos, que, sin argumentos técnicos o científicos precisos”, se oponen al proyecto.

Podría entenderse el desconocimiento, pues las organizaciones y vecinos no contamos con financiamiento para campañas mediáticas ni nos asesoramos con consultoras como lo hace la inmobiliaria de Copec. Pero afirmar que las organizaciones y vecinos no hemos entregado argumentos técnicos precisos es a lo menos una falta de rigurosidad. Bastaría ingresar al expediente en la página web del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), donde se pueden leer cientos de observaciones y reclamaciones con fundamentos técnicos del ámbito legal, administrativo, ambiental, social, urbanístico, de impacto vial, etc. Lamentablemente no hay espacio para profundizar en todas ellas, pero hay un punto que en esta oportunidad podemos detallar. Es sobre el ‘relato’ que la inmobiliaria ha tratado de imponer, señalando que la remediación que pretenden desarrollar, sería la segunda etapa de un planificado y riguroso proceso previo. Eso no es efectivo, pues el primer proceso de remediación propuesto el 2003, era tan simple como burdo. Pretendían habilitar los terrenos para construir sendos edificios, limpiando las capas superficiales pero transfiriendo la responsabilidad del traslado de miles de toneladas de arenas contaminadas a las propias empresas constructoras. Sin embargo, luego de una larga disputa administrativa, el alcance de dicho proceso de remediación fue zanjado en última instancia y de forma certera por doña Ana Lya Uriarte, quien dirigía entonces la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA), y que a través de la resolución N°111/2007, ratificó lo dispuesto en la Resolución de Calificación Ambiental de la COREMA del 2004, autorizando el saneamiento del terreno sólo para uso de parques y jardines. Sí, sólo para uso de parques y jardines. Un duro revés para empresas Copec, quienes torciendo lo establecido por la institucionalidad ambiental de la época, decidieron “enfriar” el conflicto, pensando que en poco tiempo nadie se acordaría de esto, y postergar su proyecto inmobiliario para un segundo intento. En el intertanto, el 2007 se realizó una modificación del plan regulador comunal a la medida del proyecto inmobiliario. El segundo intento ocurrió el 2014 luego del saneamiento de las capas superficiales, donde nuevamente la inmobiliaria de Copec ingresó un proyecto que pretendía transferir la responsabilidad del traslado de las arenas contaminadas de las capas más profundas a las empresas constructoras, proyecto que fue desistido a los pocos meses. Un tercer intento ocurre 2017 donde a diferencia del anterior, sería la propia empresa inmobiliaria de Copec la responsable del proyecto de saneamiento, que consideraba el traslado en camiones de miles de toneladas de arenas contaminadas durante varios años. A los pocos meses el SEA Regional puso término anticipado a este proyecto por falta de información esencial para continuar el proceso de evaluación. Pero al parecer, las motivaciones inmobiliarias son persistentes, y a pesar de contar actualmente con un gran terreno disponible para implementar parques y jardines, se insiste en un nuevo proceso lleno de externalidades negativas, y que tiene como única finalidad habilitar el terreno para la construcción de torres en altura, pues como ya se ha reiterado, el terreno cuenta con autorización sólo para uso de parques y jardines.

Lo cierto es que ni a la COREMA le faltaron argumentos precisos el 2004, ni a la CONAMA el 2007, ni al SEA en el 2017, ni a las organizaciones y vecinos en la reclamación actual. 

Finalmente, es importante recalcar que existen argumentos sólidos que respaldan la idea de que dicho terreno -el último en el borde costero de Viña del Mar- puede transformarse en un espacio de restauración ambiental, basado en técnicas de remediación natural, y generar allí instancias que permitan potenciar los atractivos de la ciudad: espacios deportivos, culturales, de esparcimiento, boulevard turístico y gastronómico y otras iniciativas en el marco de un gran parque para Las Salinas.

Entrevista NewSLETTER INTERFERENCIA (2022-09)

Entrevista a Pablo Roncagliolo para NewsLetter INTERFERENCIA.

Usted ha señalado que en el caso de Las Salinas, “Fueron décadas de malas prácticas industriales y uso negligente del terreno”, ¿puede detallar más en qué consistieron dichas malas prácticas y quiénes son responsables de ellas?

Claro, soy vecino desde hace 42 años de este terreno en Las Salinas. Crecí jugando en el sector, en el Mirador 14 Asientos, en la ladera, en la quebrada 19 norte, en la playa de la recta Las Salinas. Como he dicho en otras ocasiones, aun recuerdo ese permanente olor a petróleo que la brisa marina empujaba hacia los cerros de Santa Inés, los barcos frente a la playa y el fluir constante de camiones.

Las empresas petroleras y químicas estuvieron allí entre 1919 y 2003 y ¿qué quedó de eso? un gran pasivo ambiental, es decir una deuda que la empresa tiene con la ciudad, no por casualidad, sino por el uso negligente del terreno durante décadas.

Es cierto que la preocupación por los temas ambientales era muy baja en el siglo pasado, pero la contaminación con hidrocarburos, aceites, pesticidas, metales pesados, etc. no fue un accidente o un desastre natural, más bien fue el producto de una acumulación de malas prácticas industriales, de pequeños pero numerosos derrames, faltas de control y supervisión, faltas de aplicación de normas, etc.

Mira, hace un tiempo, Gonzalo Pavéz, vecino de Santa Inés, que ha sido el motor principal del movimiento por un parque para Las Salinas, me envió un audio de una grabación que le hicieron a un antiguo trabajador de las petroleras. Muchos de ellos vivían en Santa Inés, aunque la mayoría ha fallecido. En este audio el anciano nos contaba que antiguamente existían unas especies de pozos clandestinos en la arena, donde simplemente vertían en el suelo los restos de los estanques o de los derrames, y también contaba que en la ladera del cerro enterraban tambores con residuos y contaminantes peligrosos.

Es decir, la empresa no puede sentirse orgullosa con el daño que le causó a un territorio costero tan hermoso. Pues la contaminación llegaba a la playa. Todos los viñamarinos sabíamos que en esa playa no había que bañarse, pues los colectores de aguas servidas llegaban directo al mar. Por eso las personas ocupaban esa playa sólo para tomar sol o jugar fútbol. Para nosotros, cuando éramos niños, parecía normal llegar con los pies llenos de una arena negra que se pegaba a la piel. Bueno… ya sabemos que no era simple arena.

Todo esto ya había sido denunciado desde el 2004 en adelante, donde también hubo muchas reclamaciones y observaciones en el primer proceso de saneamiento. En ese entonces Patricia Arellano, posterior presidenta de la Corporación Pro Defensa del Patrimonio de Viña del Mar, junto a otros viñamarinos dieron un ejemplo notable de compromiso con el bien común al denunciar la contaminación en este terreno.

En fin, en términos simples, como se dice coloquialmente, “el que rompe paga”... en este caso debería ser “el que contamina paga”.  ¿Y cómo se paga?, por ejemplo, restituyendo a la ciudad el terreno en buenas condiciones para un uso comunitario. Me parece un contrasentido pretender lucrar a partir del mismo terreno que fue contaminado. 

Por lo demás, esas eran tierras fiscales, que se vendieron a mediados del siglo pasado a precios muy bajos para promover el desarrollo industrial, en una época en que Viña del Mar era justamente un gran polo industrial, todo lo contrario a la vocación turística que tiene hoy.

Aplicando un criterio general de justicia ambiental yo creo que lo más razonable es que la empresa pueda saldar esta deuda o pasivo ambiental con la ciudad, incorporando estos terrenos a la ciudad a través de un gran espacio público. Tal como indicó Arturo Natho, gerente de COPEC, esta idea nace del propio Anacleto Angelini, patriarca de la familia, fallecido en 2007, quien pensaba que “este terreno era una oportunidad para hacer algo valioso” para Viña del Mar. El problema es qué están entendiendo sus sucesores por hacer “algo valioso” para la ciudad.


Se añade a ello que este es el borde costero de más relevancia en Viña del Mar, al mismo tiempo que un sector urbano importante, y que, en consecuencia, el impacto del saneamiento resulta considerable. Se plantea que existen dos tipos de procedimientos, EX SITU e IN SITU, con diferentes externalidades e impactos, ¿puede explicar cada uno de ellos?

La empresa propone una técnica de saneamiento en el mismo sitio (on site) pero removiendo los contaminantes hacia la superficie (ex situ). El problema es que la empresa presenta este proceso como si fuese inocuo, prácticamente inofensivo, cuando en realidad se trata de una gran faena industrial, instalada en el corazón de la ciudad, que en 5 años removerá más de 1 millón de metros cúbicos de arenas, con el respectivo movimiento de camiones y maquinarias. Además, estas excavaciones de hasta 8 metros van a exponer las napas, y por lo tanto habrá emanaciones de olores o gases, asociados a los compuestos orgánicos volátiles (COVs). Luego, en la superficie, se generarán unas biopilas con los suelos impactados, que son montículos de 2 a 3 metros de altura, donde se inyectarán bacterias y nutrientes, que es finalmente el proceso de biorremediación. Sin embargo, igual se tendrán que trasladar fuera del terreno, más de 500 camiones cargados de residuos peligrosos (RESPEL). ¿Por qué? porque las bacterias pueden degradar parcialmente los hidrocarburos pero no pueden eliminar los metales pesados u otros químicos peligrosos. Es decir, no es inocuo un proceso que por 5 años impactará con externalidades negativas a la ciudad; movimiento de camiones y máquinas, ruidos molestos, polvo en suspensión, emanación de gases entre otros aspectos. En otras palabras, se ha aprobado una faena industrial de envergadura que se realizará en el corazón de la ciudad y en pleno borde costero.

Incluso el propio informe de la empresa reconoce que la eficacia de la biorremediación con bacterias es variable, pues depende del tipo de suelos, de la salinidad y de las bacterias que se utilicen. Esto es evidente, pues la microbiología no ha alcanzado las certezas de las ciencias exactas. Como el mismo proyecto lo dice, se tendrán que realizar mediciones constantes en las biopilas para evaluar la disminución de las concentraciones de contaminantes, pero aun así es probable que las bacterias no lo logren, quedando las denominadas “tierras de rechazo” de las biopilas, que también serán transportadas en camión, probablemente a la empresa Hidronor en Pudahuel.

¿Cuál es la otra opción?, bueno, un proceso mucho menos invasivo pero más lento, que puede tardar varias décadas. Se denomina atenuación natural monitorizada, que ayudada con pozos para inyectar nutrientes y peróxido de calcio por ejemplo, permite una bioestimulación, es decir el desarrollo de los microorganismos degradadores. Además, se puede complementar este proceso con el bombeo de las napas y extracción de los contaminantes en fase líquida. También pueden aplicarse barreras químicas o barreras físicas para sellar y confinar ciertas áreas más riesgosas.

Claro, algunos dirán que no podemos esperar décadas para sanear el terreno. Pero esta afirmación está condicionada al destino futuro del terreno. Pues si el destino es un gran parque urbano, se pueden habilitar perfectamente algunas zonas para uso superficial mientras este proceso se realiza. Pues no hay que olvidar que el terreno ya fue saneado en sus primeros metros y autorizado para uso de parques y jardines a través de una RCA de 2004 y sus modificaciones, cuyo proceso finalizó el 2014. ¿o acaso la empresa va a desconocer dicha RCA? No puede, pues los terrenos están habilitados para uso de parques y jardines. Lo que pasa es que no lo menciona mucho, pues no le conviene. Sus fines inmobiliarios la delatan, pues en el intertanto, el 2007, lograron la aprobación de un seccional del plan regulador, con un origen bastante oscuro, que autoriza la construcción de edificios en altura en dicho terreno. En fin, pero esa es otra larga historia. 


Quizá el aspecto más reciente que ha afectado esta fase de este drama urbano recurrente en el sector sea el proyecto inmobiliario que pretende construir en profundidad y que, como usted ha señalado, supone construir sobre una napa contaminada que “podría generar acumulaciones de compuestos volátiles”. ¿Cuál es el peligro inminente de dicha empresa?

La clave está en que la única razón por la cual la empresa necesita remover los hidrocarburos que están confinados a 8 metros bajo tierra, es para construir los subterráneos de los futuros edificios y evitar posibles filtraciones de hidrocarburos a través de sus losas o la acumulación de los gases en los subterráneos producto de compuestos volátiles que como ya sabemos, traspasan incluso el hormigón. Eso sería muy peligroso. Pero si no se construyen esos subterráneos y sólo se hace uso superficial o semi superficial del terreno, entonces es mucho más seguro no remover los contaminantes confinados, que con el paso del tiempo se degradarán lentamente. Esto fue reconocido por los mismos expertos internacionales de la empresa Golder, asesora de la inmobiliaria en varias reuniones donde les preguntamos si era posible utilizar el terreno en la actualidad de forma superficial, la respuesta fue un sí. Prueba de ello, como ya mencioné, es que desde el 2014 cuando finalizó el primer proceso de saneamiento autorizado por la RCA del 2004, el terreno posee una calificación ambiental que autoriza justamente el uso sólo para parques y jardines.


Es importante atender no solo a los aspectos más técnicos de esta situación, sino que también al entramado o tejido social que está tras ellos, a saber los movimientos ciudadanos de los que usted forma parte y que han levantado estas demandas. ¿Cómo se han organizado y a qué han arribado como comunidad orientada a la interacción armónica con su entorno?

Yo creo que la verdadera participación ciudadana en estos procesos, no debe ser un mero ticket en una lista de requerimientos de un proceso de evaluación ambiental. Lo que durante décadas parecía natural hoy resulta escandaloso. Ahora los vecinos, las comunidades organizadas, nos hemos informado, pacientemente hemos estudiado cientos de documentos del proyecto, hemos tomado una posición y hemos alzado la voz para exigir una participación ciudadana efectiva y vinculante.

Cuando se invita a otro a participar y opinar sobre un proyecto, se corre un riesgo evidente, el riesgo de que la respuesta no sea la esperada. Y eso es lo que ha ocurrido aquí. La mayoría de los vecinos no está de acuerdo con el proyecto. Tenemos encuestas y miles de firmas que respaldan esta postura.

Sólo a modo de ejemplo, el 2020, en un hecho histórico en la tramitación ambiental de proyectos de este tipo, se recibieron más de 500 observaciones y en la sesión del Gobierno Regional que aprobó inicialmente la RCA hubo más de 40 intervenciones contrarias al proyecto, y sólo 1 a favor, la de la propia empresa. Luego hubo 23 recursos de reclamación y otros 4 recursos de invalidación. Eso habla mucho de lo sensible que es este tema para la ciudad.

Creemos que la participación tiene que ser vinculante y no dirigida. Por ejemplo, cuando en las diversas reuniones tratábamos de acotar primero el destino del terreno, se nos decía “no, no es el momento, ahora sólo hablaremos del proceso de saneamiento”, como si fuesen etapas independientes. Pero no es así. Como ya indiqué, el proceso de saneamiento seleccionado tiene total y absoluta relación con el destino final del terreno. Es decir, si el destino del terreno es la construcción de torres de edificios entonces es necesario remover la contaminación confinada bajo 6 a 8 metros, pero si el destino fuese, por ejemplo, un parque urbano, un espacio deportivo o un parque cultural, se podrían aplicar otros métodos mucho menos invasivos.

Por eso la empresa está preocupada y pretende implementar un diálogo participativo para definir los usos futuros del terreno. Sin embargo, yo creo que es muy difícil implementar procesos de participación ciudadana vinculantes, cuando son ejecutados desde las mismas inmobiliarias. Existe una incompatibilidad inherente a su esencia, las inmobiliarias tienen por naturaleza de su giro rentabilizar los terrenos, generar utilidades. Como me dijo un gerente de la empresa “Pablo, COPEC es una empresa que está en la bolsa de valores y su obligación es maximizar utilidades y no hacer parques urbanos”. Me parece una posición muy transparente, entonces, por lo mismo, lo que corresponde es que las reglas para el desarrollo armónico de la ciudad, que favorezcan la descongestión, nuevas formas de movilidad y la definición de los usos de suelos, sean acordadas por la comunidad en su conjunto y no las empresas inmobiliarias.

Viña del Mar no resiste otro mega proyecto inmobiliario como el que han planteado, con cerca de 20 torres de edificios. La congestión vial terminará por colapsar la ciudad. Aunque no lo creas, Viña del Mar tiene una gran falta de áreas verdes, y aún podemos repensar el borde costero, accesible para todos, compatible con las normativas de tsunami, alejando las viviendas del borde, generando espacios para la cultura y el deporte, etc.

Por eso ahora cobra vital importancia el nuevo Plan Regulador que la ciudad de Viña del Mar está impulsando. Ahí tenemos un nuevo espacio para que la ciudadanía pueda participar, ojalá de forma vinculante, y definir el futuro de este sector y del borde costero en general. 


El MéTODO (2022-02)

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso

Casi como un mantra, desde la Inmobiliaria Las Salinas se reiteran declaraciones como esta: “el método seleccionado cuenta con el respaldo de la experiencia mundial en materia de saneamiento y ha sido concebido estrechamente con equipos científicos" como si ello fuese razón suficiente para demostrar la inocuidad de la faena industrial propuesta. Probablemente lo mismo decían en sus inicios las empresas responsables de la industria salmonera, la industria forestal, las termoeléctricas, las refinerías de petróleo, etc. Todos métodos industriales que contaban con experiencia internacional y respaldo científico. El resultado de estas historias ya lo conocemos.

El cuestionamiento de fondo en el conflicto por el saneamiento del terreno de Las Salinas no es si el método basado en la remoción de tierras y cultivo de bacterias permitirá o no disminuir las concentraciones de hidrocarburos. Eso sería una reducción del problema. Desde las organizaciones y vecinos creemos que la pregunta fundamental debería ser más amplia: ¿cuál es el método de saneamiento más seguro y que genera las menores externalidades negativas hacia la ciudad?

Definitivamente el método propuesto por la empresa no lo es, pues se trata de un proceso industrial, que afectará negativamente a la ciudad durante al menos 5 años, que contempla la remoción de más de 1 millón de metros cúbicos de tierra, con grandes excavaciones de hasta 8 metros, con el correspondiente movimiento de maquinarias y camiones, generando ruidos molestos, extracción de más de 9000 toneladas de RESPEL que serán trasladadas en camión a la comuna de Pudahuel, generación de polvo en suspensión, posibles emanaciones de gases de hidrocarburos confinados, todo ello a metros de viviendas, recintos educacionales, comerciales y de salud, y sobre todo, frente a una vía estructurante crítica como es la recta Las Salinas.

Se trata tal vez de la mayor faena industrial que se haya autorizado en la ciudad de Viña del Mar, desde 1915 cuando en el mismo lugar se trabajaron las canteras para extraer el material con el que se construyó el molo de abrigo del puerto de Valparaíso.

La autonomía de las empresas para determinar el tipo de método industrial que pueden aplicar termina cuando dichos métodos generan externalidades negativas y afectan la calidad de vida y salud de las personas.

Por ello, resulta fundamental que la resolución del futuro Comité de Ministros/as del presidente Boric, respecto del recurso de reclamación presentado por cientos de vecinos, tenga en consideración todos los efectos que un proyecto de esta envergadura podría generar en una ciudad como Viña del Mar. Se trata del último terreno disponible en el plan de la ciudad, que representa actualmente un gran pasivo ambiental para las empresas COPEC y que debería ser saneado en base al método más apropiado para la ciudad y las personas, y no en base al método que se ajuste mejor a un proyecto inmobiliario. Existen otros métodos, también con amplia experiencia internacional y respaldo científico, de carácter “in situ” y que generan menores externalidades negativas, que representan una mejor opción para el saneamiento del terreno sobre todo si el nuevo plan regulador establece un destino de parques y jardines con equipamientos.

Abogamos por un gran parque para Las Salinas, con espacios para la cultura, el deporte, la gastronomía, el turismo sostenible, con estructuras resilientes ante tsunamis, etc., que se transforme en el nuevo pulmón que dé un respiro a la ciudad de Viña del Mar, tan asfixiada en los últimos años por proyectos inmobiliarios, congestión y falta de regulación urbana.

ParqueLasSalinas.org